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Fracaso ¿escolar o familiar?
¿Cómo enfrentar un bajo rendimiento escolar?
«Que logren aprender sin mayores complicaciones y que a su vez vayan adquiriendo responsabilidades en sus tareas escolares son los principales objetivos que se trazan durante su educación. Sin embargo, cuando un escolar tiene bajas notas en el colegio puede ser un medio para expresar que algo está pasando», refirió.
Las causas no sólo son falta de tiempo para estudiar y un inadecuado seguimiento por parte de los padres, implica más que eso, mencionó Vargas Murga. Así, dijo que los problemas de concentración y rendimiento escolar se pueden deber también a problemas familiares o emocionales o dificultad para comprender las explicaciones de los maestros.
“Es importante saber que cuando existe un bajo rendimiento académico el escolar afectado generalmente presenta problemas en su autoestima y un pobre autoconcepto, ya que no logra obtener el nivel académico esperado para su edad”, refirió el especialista en niños y adolescentes .
El psiquiatra menciona que el rendimiento escolar es diferente en cada niño y adolescente, por lo que los padres deben afrontar la situación conociendo las exigencias que tienen ellos en la escuela, las cuales no deben ser excesivamente altas. “Es necesario que los padres incentiven con responsabilidad la superación de sus hijos, brindándoles confianza y supervisando sus tareas”, recomendó Horacio Vargas.
Por último, exhortó a los padres a establecer metas de acuerdo con la capacidad de sus hijos, estar pendientes de las actividades que ellos realizan, ayudar a establecer un horario y lugar de estudio, felicitarlos por los progresos que obtengan, estimularlos con palabras y acciones que mejoren el ánimo y evitar la crítica hiriente.
Fuente: Agencia Andina
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10 trucos para conseguir que los adolescentes duerman sus horas
Héctor Barnés – El confidencial 22 de octubre 2012
Una de las quejas más habituales entre docentes y padres sobre sus hijos, una vez llega la pubertad, es que parecen deambular por la casa o el instituto, les cuesta concentrarse y, en definitiva, parecen estar todo el día dormidos. Sin embargo, lo que muchos no saben es que el cuerpo humano sufre durante la adolescencia una serie de cambios físicos que contribuyen a estos problemas de sueño y que sólo logran superar una vez pasados los veinte años, edad en la que el cuerpo comienza a estabilizarse.
Otra de las razones que se han aducido para explicar estos problemas de sueño es que durante la adolescencia, las habitaciones de los jóvenes comienzan a llenarse con artefactos tecnológicos como ordenadores, televisores o teléfonos móviles que, como se ha demostrado en repetidas ocasiones, impiden conciliar el sueño correctamente y dejar descansar al cerebro. La necesidad de comunicarse con los amigos, de aprovechar el tiempo al máximo o simplemente la dificultad para darse cuenta de que es hora de parar impiden que los chicos adquieran unos hábitos de sueño saludables.
Y deberían adquirirlos, porque la falta de sueño puede causar serios problemas, en forma de ralentización de crecimiento neuronal, de periodos prolongados de tristeza o incluso de depresión grave, que en algunos casos puede llegar al suicidio, según un estudio publicado este año por el doctor Carskadon.
Pero por muchos que sean los males, es complicado establecer estrategias que realmente motiven a los adolescentes a dormir las horas que les son necesarias, así que, ¿cómo luchar contra esas costumbres? Igual que no podemos detener el tiempo, resulta complicado cambiar el reloj biológico de nuestros hijos. Lo que sí se encuentra en nuestra mano es cambiar sus hábitos y costumbres, algo que puede contribuir de manera positiva a su reposo nocturno. En Snooze… or Lose!, la doctoraHelene A. Emsellem propone diez estrategias diferentes que pueden llevar a cabo los padres para cuidar el sueño de sus descendientes.
–Hay que establecer hábitos que sean respetados por una mayoría de los miembros de la familia. De nada sirve pretender que un chaval de 15 años se vaya a la cama a una hora que le permita dormir el tiempo suficiente si la familia se queda hasta las dos de la mañana viendo la televisión o enganchado al ordenador.
–Es imprescindible preparar por la noche todo lo que los chicos necesitarán el día siguiente (libros, material escolar, comida, ropa, etc.) Eso permitirá tener todo organizado y, por lo tanto, levantarse más tarde y aprovechar el tiempo.
–Fija una hora razonable para apagar todos los móviles, ordenadores y distracciones tecnológicas, y que sea al menos media hora antes de ir a la cama. Acostarse inmediatamente después de apagar el ordenador no es buena idea, porque el cerebro todavía no está en la fase que le permite desconectar.
–La alimentación ha de ser sana. Y en especial la cena, cuando deben evitarse productos que se digieran mal. Además, es conveniente que trascurran dos horas desde que se toman los alimentos hasta que el adolescente se meta en la cama.
–Mejor si no hay siesta. Pero si se produce, es conveniente que sean de no más de media hora. Es tiempo suficiente para que el cuerpo se recupere y no perturbe los ritmos de sueño nocturnos.
–Si tienes problemas para quedarte dormido, que el chico tenga a mano un papel y un bolígrafo para anotar todos los pensamientos que se le pasan por la cabeza.
–Nada de cafeína después de las cuatro de la tarde. Una de los problemas principales de muchos adolescentes, en especial en épocas de exámenes, es que se han habituado a confiar en la cafeína para mantenerse despiertos durante el día.
–Haz que se levanten de la cama nada más despertarse. Hay que abrir las cortinas y procurar que haya el máximo de luz para que no se queden remoloneando. El día es para hacer cosas, y hay que aprovecharlo desde el principio.
–Un ambiente acogedor. Nada de distracciones: luces apagadas, y una atmósfera que incite al descanso es esencial para que la mente entienda que es hora de descansar.
–Orienta la actividad diaria hacia el ejercicio. El sedentarismo es una de las causas más habituales de que el sueño no se concilie bien. Sólo cuando hemos tenido el movimiento físico necesario mejoraremos nuestras posibilidades de caer dormidos rápidamente.
Ansiedad
En tercer lugar, debe tomarse en cuenta la ansiedad como situación atípica en los niños, principalmente porque es una causa de sufrimiento, pero también porque tampoco responderán a la EP (EDUCACIÓN CON PERSONALIDAD).
Existen dos tipos de trastornos ansiosos: Angustia de Separación y Trastorno por Ansiedad Excesiva.
Bajo la Angustia de Separación un niño se niega a separarse de una figura protectora (sus padres o abuelos, un hermano mayor, una empleada) y rehusa ir al colegio o cumplir otras obligaciones que impliquen separación física.
Puede presentar dolores de cabeza y estómago. Generalmente tiene pesadillas intensas o temor a acostarse por las noches.
La otra forma de ansiedad se denomina Trastorno por Ansiedad Excesiva. Se trata de niños inseguros y extremadamente preocupados por su propio desempeño en el colegio, en los deportes y en su vida social. Preguntan constantemente para reasegurarse a sí mismos y se los nota ansiosos en lograr aceptación entre las personas con quienes tratan.
Ambas patologías mejoran rápidamente con la atención de un sicoterapeuta infantil bien entrenado y asesoramiento familiar.
«TERNURA Y FIRMEZA CON LOS HIJOS«
Dr. Alexander Lyford-Pike
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Depresión
Una segunda situación atípica en que el niño probablemente no responderá a la Educación Positiva, y por la cual es necesario consultar a un profesional, está conformada por los episodios de depresión.
Es difícil de diagnosticar porque el niño no sabe decir que está triste. Se manifiesta, en general, en decaimiento o movimiento excesivo; agresividad; mal dormir o dificultades para ser despertados en la mañana, cuando este problema no existía anteriormente; inapetencia o gran voracidad; llanto frecuente con dificultad para explicar el motivo de su tristeza.
Los que sufren episodios de depresión muestran también disminución de su rendimiento escolar y dejan de jugar o lo hacen con menor frecuencia que lo habitual.
Si usted observa alguno de estos síntomas, aunque sólo sea uno de ellos, no dude en consultar a un especialista a fin de ser orientado.
Los tratamientos modernos suelen combinar la sicoterapia y medicación con asesoramiento familiar. A diferencia de los adultos, las respuestas son rápidas y las altas en corto plazo.
«TERNURA Y FIRMEZA CON LOS HIJOS»
Dr. Alexander Lyford-Pike
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