Por Sara Tarrés, del blog Mi mamá es psicóloga infantil
La atención y el elogio otorgados por padres o adultos de referencia son unos de los reforzadores más importantes que puede recibir un niño pequeño. Así que, por lógica y sentido común, cuando ignoramos o no prestamos atención a las conductas inapropiadas que realiza nuestro hijo contribuimos a disminuir o extinguir dichas conductas. Éstas tienden a desaparecer al no recibir ningún refuerzo para mantenerlas.
«Cuando tratamos de extinguir una conducta inadecuada, no debemos olvidar tratar simultáneamente de crear o incrementar otras conductas más adaptadas. Premiaremos cualquier pequeño esfuerzo o progreso del niño, sin exigir la perfección de la conducta positiva» ( José A. Carrobles, Javier Pérez-Pareja. Escuela de padres).
Cuando aplicamos la extinción sencillamente ignoramos aquellas conductas que consideramos negativas, disruptivas o poco adaptadas o adecuadas a la situación.
Ignorar significa:
- No mirar.
- No escuchar.
- No hablar ni razonar.
- No hacer ningún gesto ni expresión, ni comentarios en voz baja.
¿Cuándo podemos utilizar la exitinción?
Y después …
Tras ignorar el comportamiento inadecuado buscaremos inmediatamente cualquier comportamiento positivo que elogiar. Por ejemplo, si nuestro hijo está en plena rabieta y hemos decidido ignorar sus gritos y pataletas, en el momento que se encuentre algo más calmado le elogiaremos por haber encontrado el modo de tranquilizarse. De este modo le estamos enseñando que con los gritos y las pataletas no obtendrá nada y que mostrarse tranquilo y calmado es mejor conducta.
Pingback: Educando el pudor: Hablar de sexo en casa | La Mamá Oca
Pingback: Los métodos modernos de crianza podrían afectar el cerebro del bebé | La Mamá Oca
Pingback: Los celos infantiles | La Mamá Oca